Entrevista a Jorge Miguel Gutiérrez sobre la paternidad: cuidados en la infancia y la adolescencia.

Entrevistadora: Michelle Roda G.

La entrevista comenzó con un saludo amable de parte de ambas partes y una bienvenida emotiva al espacio de conversación con Jorge Miguel, quien es Jefe de Asuntos Profesorales en la Universidad de los Andes y padre. En la Ombudsperson conocimos de su ejercicio activo como papá de sus dos hijas desde su nacimiento y hasta hoy, razón que da lugar a este espacio de preguntas y respuestas sobre su experiencia en ese rol.

Jorge Miguel, en adelante “J”, nos dio contexto sobre su paternidad: “Yo tengo dos hijas de 12 y 16 años, ambas próximas a cumplir 13 y 17, respectivamente. Desde que eran muy pequeñas yo asumí gran parte de los cuidados y las atenciones, como el cambio de pañales – aunque recibía ayudas-, la preparación al colegio, y más. Esto se debió a que la mamá no podía estar presente presencialmente por las exigencias de su trabajo y creo que por eso te han contado de mí.

M: “Cuando yo me puse ‘rebelde’ tenía más o menos esa edad. Estaba entrando a la adolescencia y me peleaba con mi mamá y mi papá porque refutaba y cuestionaba todo, en especial los roles de género que eran evidentes para mí en mi espectro social y familiar. ¿Cómo lo estás experimentando tú ahora que tus hijas están en la preadolescencia y adolescencia?

J: “De acuerdo, es lo que pasa. Ha sido muy chévere que la mamá ahora está más presente. En su trabajo se exigía mucha presencialidad y viajes por Colombia y el extranjero. Hizo parte del proceso de paz y viajaba por muchos días a Cuba. Esto implicó que yo como papá tuviera un rol muy activo en la infancia, cumpliendo, de algún modo, con los 2 roles, no porque lo eligiera así sino porque la vida nos enfrentó a esas situaciones.
Creo que ha sido muy interesante. Yo ahora sigo cumpliendo el mismo rol, no ha tenido un cambio significativo, pero la comprensión y el acercamiento ahora en la adolescencia puede ser, aunque no siempre, más fácil con la madre.”

M: “Jorge Miguel, tú has atravesado la paternidad con mucha normalidad, desempeñándote como un papá presente, lo cual debería ya ser muy habitual, pero infortunadamente no es lo más común o al menos no de manera evidente.”

J: “Definitivamente no es lo más usual, no te voy a mentir, pero, a partir de esa idea y de escuchar a tanta gente mencionarlo, me he dado cuenta de que no soy el único. Al principio se sentía así, pero luego, acercándome a otras personas y otras parejas, empecé a notar que cada vez -y más notoriamente- en cada generación se ven muchos más casos de padres más activos en la crianza y proceso de educación en la infancia y adolescencia.”

M: “Considero que el plano ideal es que los padres siempre se involucrasen en la crianza de sus hijxs, pero, debo insistir en que aún no percibo que sea muy notorio o generalizable. De acuerdo a lo que comentas, cada vez (espero), con el paso de nuevas generaciones se irá haciendo más común el padre presente.”

J: “Sí. De hecho, yo tengo la esperanza que a las siguientes generaciones que tengan hijxs no les va a tocar roles de género tan marcados.”

M: “Jorge, ya que me contabas que para ti es cada vez más notable que los padres han empezado a tomar un lugar más activo en la crianza ahora, ¿consideras que en tu generación y entorno laboral se puede concebir lo mismo?

J: En el entorno familiar aún veo muy clara la diferenciación -entre mis padres, tíos y familia cercana- en la cual el padre siempre ha tenido un rol periférico, como proveedor, sin involucrarse en el desarrollo de la familia. Yo no tuve ejemplo de hombres que se hicieran cargo de sus hijxs, aun cuando los roles de género no me parecían tan estrictos.”

M: “¿Y en tu entorno laboral?”

J: Al estar en un ambiente académico, en el que a lxs profesorxs les puede quedar, quizás, un poco más de tiempo para ejercer esos roles de mamá y papá, no era algo inusual. En entornos familiares, por el contrario, el rol del papá activo sí se leía como algo extraño.”

M: “Con ocasión de la fecha, en esta oportunidad le pedimos a Diana Ojeda, quien es profesora asociada del CIDER en la Universidad, que escribiera un artículo de opinión sobre la maternidad en el ejercicio de otros roles como el de empleada y académica. En su artículo, Diana hace mención de las mutilaciones, descritas como las dificultades o costos a pagar, para continuar con una carrera académica en el ejercicio de su rol de madre en un entorno universitario.

En este orden de ideas, quisiera conocer tu opinión, como hombre con una carrera administrativa sobresaliente en la Universidad y padre, respecto de si en el mismo ambiente universitario consideras que te ha costado mantener un balance entre estos dos roles que son transversales a tu vida y si, dada la inusualidad de tu rol como padre activo, dichas mutilaciones se han manifestado en ambiente de tu vida como el familiar, social o laboral.”

J: “Yo empecé como Coordinador Académico y ello me permitió hacer manejo del tiempo para, entre otras cosas, desplazarme al colegio de mis hijas, que queda lejos, y aun con todas las dificultades de transporte en Bogotá me era posible. Aquí en la Universidad, hay administrativxs y profesorxs con hijxs en el mismo colegio y esto hizo que el entorno fuera más agradable, pues favoreció a que se sintiera un apoyo, se compartiera la información y se hiciera más fácil todo el proceso.”

M: “En línea con esto último que compartes, ¿consideras que la Universidad ha hecho notoria una política de equidad de género en la Universidad?”

J: “Sí. Me he dado cuenta de que la Universidad ha ido cambiando, no solo porque ahora la ley lo exija, sino porque ha comprendido el papel que juegan los padres y las madres en la crianza, el desempeño y las responsabilidades que les competen en sus casas. Esas labores de crianza no se le deben dejar solo a la mamá, pues el papá puede y tiene que lograr un rol importante en esas tareas, y la Universidad cada vez se muestra más consciente de ese papel que juegan los padres.

Yo creo que es muy satisfactoria esa lectura de que la sociedad está cambiando, evolucionando y llevando a que el padre tenga un papel más activo en la infancia y adolescencia.”

M: “Estoy de acuerdo con que la sociedad está cambiando sobre la noción del padre y la normalización de que el mismo sea ausente, a la vez que la madre tenga las cargas de los cuidados y la formación en las etapas más jóvenes de lxs hijxs. En la medida en que el medio también cambia, nos dejamos de sentir dentro de una burbuja en la que solo hay efectos para mí y mi círculo familiar cuando yo cambio y me esfuerzo porque haya transformaciones más allá de mí. ¿Cómo describirías que fue ese proceso de adaptación para tu entorno inmediato?”

J: “Al principio, y cada vez menos, en entornos familiares me sentía como “el bicho raro.” La gente se preguntaba, por ejemplo, porqué era yo quien cambiaba pañales, el que ‘ayudaba’, cuando yo lo que pensaba era que siendo el padre yo tenía que poder hacerlo. Yo no estaba haciendo algo “de más” o extraordinario, sino que era algo que yo debía hacer como papá.”

M: “Cuando ibas al colegio, por ejemplo, a las reuniones para entrega de notas, ¿cómo era?”

J: “Era raro. En el Kínder y los primeros años no me pareció así, pero a medida que ascendían de curso las reuniones incluían solo mamás.”

M: “¿A qué crees que se debía eso? Entiendo que puedan sentir que, en la medida que tratan de acercarse a lxs hijxs durante la preadolescencia y adolescencia, están invadiendo su espacio. Puede haber obstáculos para comunicarse en esas edades, especialmente porque se trata de una fase importante del desarrollo de la personalidad, y puede que los padres, precisamente porque no han estado tan presentes, teman no comprender suficiente esa etapa de descubrimiento -más aún cuando se trata de hijas- y delegan la responsabilidad a la mamá. Adicionalmente te pregunto, ¿cuál es tu percepción al respecto?”

J: “Como te decía, tengo la percepción de que a medida que van creciendo, en mayor medida, el rol del papá deja de ser importante y todo empieza a girar en torno a la mamá. Como dices, por un tema de género, parece que para nosotros como papás puede ser más difícil acercarnos a nuestras hijas sobre los temas que tienen que ver con el desarrollo de la mujer. Es algo que uno trata de normalizar, pero no es tan fácil, pues depende en gran parte de la personalidad de la hija: hay algunas que son más abiertas para contar sus temas y otras que no quieren ni siquiera que tú preguntes, sino que sea la mamá. Vivimos en una sociedad en la que los patrones respecto de los roles de género continúan muy marcados y es muy difícil borrarlos rápidamente.

Como te venía contando, al principio fue muy fácil y llevadero, pero en este momento, atravesando la etapa de la adolescencia, el peso de la tradición y las costumbres se percibe mucho más grande. Aunque uno mismo trató de tumbar esas tradiciones, a veces resulta muy difícil luchar contra ellas pues hay elementos que intervienen como la personalidad de lxs hijxs, las afinidades y las novedades: hay cosas que te van a contar sobre las que no tienes idea, incluso, cuando yo en la familia y en el trabajo estoy rodeado de muchas mujeres, por lo cual se terminan burlando de mí (se refiere en tono cómico a su desconocimiento sobre algunos temas de los que le hablan sus hijas).”

M: “Esas interacciones, en la familia y el trabajo, conllevan a un intercambio de información que te permiten moldear constantemente un criterio como papá. Sobre todo, porque ser padre no es una tarea que termina después de la infancia o la adolescencia, sino que continúa y se transforma con el tiempo y las diferentes etapas de lxs hijxs. Considero que son de admirar las madres y los padres que, en la medida de sus posibilidades, se mantienen presentes en los procesos de formación de sus hijxs, que no es fácil y requiere de disposición y dedicación en tiempo y energía. Para cerrar, ¿qué destacarías del aprendizaje durante esas etapas de diferentes edades?

J: Creo que todo el tiempo estás aprendiendo, enfrentándote a dificultades y entendiendo las diferencias que hay socialmente entre hombres y mujeres. Es una montaña rusa.

 

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